El lema del Día Mundial contra el Cáncer en 2020 es: “Yo Soy y Voy A"
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Felicidad tenía una casa a las afueras de la ciudad, era un pequeño edificio de una planta cuadrada con un jardín frente a la fachada principal, se podría decir que estaba sacado de un cuento.
Le tenía distribuído con diferentes grupos de flores y a cada uno le llamaba de una manera: Alegría era el rincón cubierto de margaritas, petunias, clavelinas, todas de muy diferentes colores. Junto a él había un pequeño espacio lleno de plantas aromáticas romero, tomillo, lavanda, albahaca, hierbabuena, menta, era Serenidad. Rodeando la casa se veía una gran colección de geranios y pelargonios también de diferentes colores lo llamaba Fortaleza. A la izquierda de la puerta principal se disfrutaba de un espacio con plantas de diferentes alturas tamaños y colores al que llamaba Familia, pero el más bello era el que había en el centro del jardín, cubierto de rosales de todos los colores: rosas, rojas amarillas, naranjas, granates... lo llamaba Amor. El jardín lucía realmente precioso.
Aquella mañana Felicidad se asomó a la ventana y el corazón se la congeló, el jardín estaba marchitándose...Serenidad y Alegría estaban completamente quemadas y marchitas; Familia y Amor estaban afectadas pero no se habían secado del todo y Fortaleza de momento solo tenía afectadas las hojas de sus plantas. Cogió una muestra de todo y se lo llevó a jardinero que le proveía de todo y conocía bien las plagas y enfermedades de la flora. Malas noticias: Miedo y Desolación eran de los pulgones más agresivos; mientras que Dolores, Mareos y Náuseas eran de los que persistían pero al final desaparecían con un buen tratamiento. Salvador, que así se llamaba el jardinero, le dio líquidos para fumigar, las indicaciones para arrancar de raíz algunas plantas y unas gotas para añadir en el riego. Allí trabajó sin descanso Felicidad, a veces desanimándose, otras llorando por la lentitud del proceso, otras resignada a lo peor... Pero tras unas largas semanas el jardín entonces marrón, seco y medio muerto comenzaba a verdear de nuevo. Marchó a decirle a Salvador la mejora y éste le dio Esperanza, un abono que haría que todas las plantas y flores recobrarán su vigor.
Así fue, con el tiempo los pulgones desaparecieron dejando tras de sí una conversión de angustia y temor a una bella alfombra de Alegria, Fortaleza. Familia y Amor. Pasó el tiempo y cuando más bello estuvo el jardín, Felicidad preparo el más hermoso de los ramos para acercárselo a Salvador y decirle ¡Gracias!